VIAJE A BRASIL: CURITIBA, ILHA DO MEL Y CELSO RAMOS - ENERO 2018

En enero de 2018, para no romper la rutina, hemos realizado un nuevo viaje a Brasil. Esta vez decidimos conocer un poco más al norte que de costumbre. Por primera vez cruzamos la frontera por otro paso que no fuera el de Paso de los Libres. En su lugar, lo hicimos por Bernardo de Irigoyen. Previamente disfrutamos de una breve pero hermosa estadía en El Soberbio, Misiones, para luego ir hasta Curitiba, en el estado de Paraná, Brasil. Y así comienza la historia...

Integrantes del viaje: Estefanía, Sofi, Lucas, Martín, Osvaldo, Marisa, Tizy y Tefo.

Vehículos: Renault Scénic - Renault Duster.

El trayecto:
 

Este viaje inicia a las 8:43 hs del día 3 de enero de 2018. Partiendo desde mi casa, como siempre, con rumbo a Villa María para tomar la AU9 hacia Rosario. Con una breve parada en Leones para almorzar, llegamos al puente Nuestra Señora del Rosario a las 15:30 hs. 

Pasando por Nogoyá y tomando la RP6 hacia el norte, nuestra primera parada para dormir fue en el hotel de la YPF que está sobre la RN14, en el cruce a Federación. Como verán, nos tomamos nuestro tiempo. La idea era hacer un viaje relajado y disfrutando cada momento. El hotel tiene pileta, y a la hora que llegamos nosotros, obviamente no había nadie. Así que aprovechamos que no hacía frío, y nos metimos un ratito.
 







Al otro día, después de almorzar en un restaurante muy copado en Paso de los Libres, continuamos viaje hacia Oberá, en la provincia de Misiones, en donde nos quedaríamos a pasar la noche, y de paso a recorrer un poco la ciudad, pues la vez anterior que anduvimos de paso por ahí, nos pareció que sería muy lindo conocerla mejor.  

Elegimos para pernoctar en Oberá, las Cabañas Las Termas. Un lugar precioso, muy bonito, lleno de naturaleza, con pileta... Daba para quedarse algunos días más. Pero el tiempo pasa rápido y sólo pudimos estar muy poco. Al día siguente debíamos salir para El Soberbio.




  
A las 10:45 hs del día 5, dejamos este hermoso complejo para dirigirnos rumbo a El Soberbio. Este pueblito es, como siempre digo, el más brasilero de Argentina. Las casitas, la gente, la vida, todo es brasilero. Las personas hablan entre sí en portugués (en general), pero al momento de tratar con gente de afuera, cambian al español. En los mercados encontramos, además de nuestros productos clásicos, mercadería que sólo he visto en Brasil. El paso de un país a otro es frecuente, lo que genera esa mixtura de culturas tan interesante. 
 
Nuestro lugar elegido para parar fue el lodge de selva Yacaratiá. Al igual que aquel lodge que conocimos en este lugar en 2015 (La Misión), también es súper recomendable para aquel que busca descando, relax, naturaleza y comodidad. Este complejo, cuyo acceso se encuentra 14 kilómetros hacia el sur de El Soberbio, cuenta con cabañas casi a la vera del río Uruguay, con Brasil como fondo, mucho verde, pileta, salón comedor, suculentos desayuno y cena, y hasta un jacuzzi (todo incluído en la tarifa). 

Lo único que no me gustó mucho de este lodge, es el acceso a las cabañas que están más abajo, pues el camino es empinado y con muchas piedritas, lo que me trajo muchos dolores de cabeza a la hora de querer subir con el auto cada vez que teníamos que salir. Ah! Y los casi 7 kilómetros que hay desde la ruta hasta el complejo son de tierra, con muchas piedras y camino muy irregular. Pero salvando estos detalles, todo lo demás espectacular!
 







El día 6 de enero fuimos, por fin, a conocer el parque provincial Saltos del Moconá. Digo "por fin" porque cuando quisimos ir allí en 2015, los saltos estaban tapados, ya que Brasil había abierto las compuertas de la represa sobre el Paraná. Pero la vida te da revancha y esta vez pudimos disfrutar de un día maravilloso en un lugar espectacular!! Contratamos el paseo en lancha a lo largo del río, bordeando los saltos, mientras los guías nos iban explicando la historia de su formación.
Para los que no conozcan los saltos del Moconá, pues se trata de cataratas que se encuentran a lo largo de 3 kilómetros del río Uruguay, cuya particularidad es la disposición longitudinal al río, y no transversal como las demás. En algunos lugares llegan a tener 170 metros de profunidad, y la mayor parte de los saltos pertenecen a la Argentina. Se encuentra dentro de la reserva de la biósfera Yabotí.









Como postre del paseo, uno de los guías nos mostró la gran cantidad de dorados que hay en el río, arrojándoles pedacitos de galletitas. No podía creer que haya tantos y tan grandes! Pero no se los puede pescar, porque es un área protegida. 

Después del paseo en la lancha, caminamos a lo largo de un sendero entre la selva, en donde se puede observar todo tipo de vegetación y alguno que otro animalito. En la entrada al parque hay puestos de ventas de recuerdos y artesanías, y -por supuesto- un restaurante. 

A las 19:30 hs ya estábamos nuevamente en el lodge, y de allí no nos movimos más hasta la hora de la partida, el día 8. Disfrutamos de la pileta, caminamos hasta la orilla del río, donde en ese mismo momento llegaba un grupo de brasileros desde el otro lado, en un bote. Es usual que la gente se cruce desde Brasil, se toman algunas cervezas en el lodge y después se vuelven. Siempre buscando la oportunidad de practicar idiomas, intercambié algunas palabras en portugués con ellos. 

En fin, a las 10 hs del día 8, una vez cargados los coches, abandonamos el complejo y -como siempre, llenos de expectativas- emprendimos viaje rumbo a la frontera, por el paso internacional Bernardo de Irigoyen - Dionísio Cerqueira. En un trámite sumamente rápido, sobre todo porque los gendarmes estaban sin corriente eléctrica y tuvieron que tomar los datos en un cuaderno, y en menos de 15 minutos estábamos pisando suelo brasilero. Este es un paso muy diferente al de Paso de los Libres. Es mucho más lindo, más cómodo, pues al entrar a Dionísio Cerqueira, ya estamos directamente en la ciudad y los trámites se hacen en una delegación de policía, a 300 metros de la frontera. 14 minutos en total y ya estábamos de nuevo en marcha por la BR-163, que enseguida se transforma en la 280. Segundo punto principal: Curitiba. 

A las 23:10 hs estábamos entrando a esta enorme ciudad. Yo me venía haciendo la cabeza de que me iba a encontrar con caos de tránsito, ruido, así tipo Buenos Aires, pero la verdad que quedé gratamente sorprendido al observar tanto orden en las calles. A la hora que llegamos nosotros, casi no había tráfico. Pero luego, durante el día, a pesar de haber más movimiento, éste era bastante tranquilo. 

La ciudad de Curitiba es muy equilibrada en cuanto a su distribución, arquitectura, lugares turísticos, prestaciones, etc. A pesar de su tamaño y cantidad de edificaciones, posee una enorme cantidad de espacios verdes. Da para quedarse varios días, pues dos días no alcanzan para terminar de asombrarse con tanta belleza. Como en toda gran urbe (por lo menos las que yo conozco) se encuentra allí el servicio de colectivo turístico, que te lleva a recorrer diferentes puntos de interés. Al estar sólo dos días (y de lluvia), no pudimos usufructuar mucho del mismo. Los lugares que seleccionamos para visitar fueron el Jardín Botánico, el museo Oscar Niemayer y la Torre Panorámica. 

A continuación, la catarata de fotos de esta hermosa ciudad:



































Llama mucho la atención la gran cantidad de grafitis que se ven en los distintos edificios de la ciudad. Parece que tuvieran algún tipo de código de tribus urbanas, o algo así. Otra cosa que notamos, fue el gran número de gente en situación de calle que hay. Es realmente triste. Por la tarde, cuando los negocios comienzan a cerrar, conviene ya no estar paseando. Todos recomiendan tener cuidado por el tema de la inseguridad. 

Al día siguiente fuimos a conocer la torre de telecomunicaciones. Ésta posee un mirador de 360º, desde donde se puede contemplar gran parte de la ciudad. Pertenecía en su momento a Telecom, pero luego pasó a manos de la empresa de telefonía Oi!. En la planta baja tiene una especie de museo con aparatos telefónicos arcaicos. No perdérselo!!








El día estaba nublado y con llovizna. Después de cargar combustible a la salida de Curitiba, emprendimos el trayecto hacia el primer destino de playa: Ilha do Mel. Esta isla es simplemente espectacular! Para llegar a ella, hay que dejar el auto en un estacionamiento en la parte continental y tomar un barco. Hay muchísimos estacionamientos en el lugar, y por suerte encontramos uno bien al final de la calle principal, a metros del puerto, por lo que no se nos complicó demasiado cargar con todos los bártulos que llevábamos. Un poco de respiro para los coches, que se venían portando de maravilla! 

100 kilómetros hay desde Curitiba hasta Pontal do Paraná, que en donde se encuentra el estacionamiento elegido.




En Ilha do Mel no hay auto ni motos. Allí hay que caminar, o bien alquilar una bicicleta, algo que hicimos uno de los 3 días que estuvimos. Caminar entre toda esa naturaleza para ir de una playa a otra, fue algo mágico. Sentarse a cenar en sus restaurantes sin el ruido de la calle, escuchando el sonido del mar y los árboles, no tiene precio. 

El lugar elegido para parar en la isla fue la Casa de Aninha. El lugar está muy bueno, aunque le falta mantenimiento. Como experiencia rústica, está genial. Se nota que los encargados hacen todo lo posible para que uno se sienta bien, pero creo que falta un poco de asesoramiento en la parte edilicia. La Casa de Aninha está en la parte central de la isla. En el sector denominado Brasilia. 










 









 









 
Ilha do Mel tiene lugares muy variados para visitar, como por ejemplo el fuerte Nossa Senhora dos Prazeres, la región sur (llamada Encantada) en donde se encuentra la gruta Encantadas; luego el faro, entre otras. La región sur está un poco alejada como para ir y volver caminando. Así que por poca plata nos fuimos en uno de los barcos que hacen ese trayecto. 

Algunas fotitos más de la Casa de Aninha:





Día 13 de enero. De regreso de la isla, nos reencontramos con los autos. Inmediatamente, nos dirigimos rumbo a Matinhos, nuestro segundo destino de playa. El camino se dispone enteramente bordeando el mar. Sólo 34 km y ya estábamos en el condominio en donde pararíamos dos días. Un lugar re tranqui, frente al cementerio... 

Allí (en el condominio) alquilamos dos casitas, una para cada familia. Un lugar amplio y con pileta, la cual pudimos usar sólo un ratito, porque justo se vino una tormenta de esas bien negras. 

Matinhos es un lugar muy agradable, similar a otros pueblos que hemos conocido más al sur de Brasil. 









El día 16, después de pelearme con la encargada de mantenimiento del complejo (pues nos teníamos que ir y no aparecía para darle las llaves), seguimos viaje hacia el plato fuerte del viaje: Celso Ramos. Allí nos quedamos la mayor cantidad de días. Para no tener que volver hasta Curitiba y luego bajar por la BR-376, nos tomamos un ferry por 6,70 R$ en Caiobá. De esta manera desembocamos directamente en Guaratuba, desde donde retomamos viaje a Celso Ramos. Después de 22 km ya estábamos cruzando al estado de Santa Catarina. Pasamos por Joinville a las 12 pm, y continuamos por la BR-101.







Celso Ramos está bien en frente de la parte norte de la isla de Florianópolis. De hecho, la isla se podía ver desde la casa que alquilamos. La misma se encuentra dentro de un complejo cuyo acceso es sumamente complicado, y más para alguien que va por primera vez. Se trata de un camino que sale al costado de la ruta y que sube de repente con una pendiente súper pronunciada, lo que se ve agravado por una curva a casi 90º y, para hacerla peor, es un camino de ida y vuelta y uno nunca sabe si viene alguien del lado contrario. 

La primera vez que subí con mi Scénic, al doblar la curva el auto se detuvo e inevitablemente me fui yendo para atrás. Gracias a Dios el motor no se apagó, lo que me permitió maniobrar al llegar a la curva. Tuve que bajar luego hacia la ruta, y subir super acelerado sin disminuir la velocidad hasta llegar hasta arriba. Por supuesto, las sucesivas veces ya conocíamos cómo subir, pero siempre con el miedo de que alguien estuviera bajando al mismo tiempo. 

En fin, ya más tranquilos y relajados, recorrimos el complejo, que está a manos de un brasilero en sociedad con una pareja rosarina. Está muy bueno el lugar, con pileta y espacios para recreación.

La casa que nos tocó fue la más grande, ya que éramos ocho. Íntegramente de madera, con espacios amplios, hermosa galería con mesa y asador, una belleza. Aquí van algunas fotitos:











El único inconveniente se dio un día de lluvia en el cual sufrimos la invasión de millones de hormigas negras, que aparecían de cada rincón de la casa!! Dentro del garrón por deshacernos de ellas, fue algo muy gracioso. Hasta tuvimos que buscar en internet cómo hacer para combatirlas, y preparamos grandes cantidades de agua con jabón blanco, y de esta manera echarles por todos lados. Las muy desgraciadas, cuando las eliminábamos de un rincón, siempre, pero siempre, aparecían de un rincón diferente. Yo creo que lavamos la casa entera! Quedó todo como una anécdota muy cómica. Porque además se escuchaban golpes de ojotas contra todas las paredes y techos. 

Bien. Qué decir de Celso Ramos... Tiene lugares hermosos para recorrer, playas paradisíacas y muchísima naturaleza. Una de las playas más lindas, es praia Grande. El día 17 fuimos a recorrer un poco la zona, y terminamos en el trapiche en donde 10 años antes ya habíamos estado, durante nuestro primer viaje a Brasil. En aquella ocasión habíamos contratado un tour en un barco pirata, que luego de llevarnos a conocer la isla y el fuerte de Anhatomirim, nos transportó hacia este lugar en donde también hay un restaurante. Muchos recuerdos volvieron a nuestras mentes.




Al día siguiente fuimos a la ya nombrada praia Grande. Dejaré algunas imágenes por aquí... 










El 19 de enero fuimos a conocer el famoso Havan. La verdad, para mí fue tiempo perdido... No sé por qué es tan famoso... Media hora de estar ahí, y ya me quería ir. Así que después de una hora en que compramos dos o tres giladas, nos fuimos al shopping Itaguaçú. 

Un poco más arriba de la praia Grande, se encuentra la praia de Palmas, otra de las más reconocidas y renombradas del lugar. Esta playa había logrado en ese momento la bandera azul, la cual es otorgada a aquellas playas que reúnen las mejores condiciones en relación a ambiente y calidad. Hasta allí fuimos 20 de enero. Ese mismo día salimos a cenar. Ya era un poco tarde (22 hs), pero conseguimos un lindo lugar en el norte del municipio, cerca de praia Gancho de Fora. A pesar de llegar un poco tarde, nos atendieron súper bien. El restaurante se llama Mar a Vista, nombre que le va perfecto, porque de hecho el mar está bien a la vista, pues se encuentra en un terreno un poco elevado en relación a la ruta. 

El día domingo 21 nos quedamos en casa y al día siguiente fuimos a Itapema, ya que yo estaba encaprichado por conocer ese lugar que tantos recomendaban. El problema fue que la ciudad estaba recontra hasta las manos. Un infierno de gente! Me costó muchísimo encontrar estacionamiento, para colmo en dos autos la cosa se complicó más. Esto generó mucho malestar en otros miembros del grupo, quienes la pasaron realmente mal durante todo el día. 

En este día pasó de todo! La playa abarrotada de gente. En un momento se nos perdió mi ahijada (hija de mis amigos) y fue todo desesperación. Para empeorar la situación, la gente se empezaba a ir debido a la llegada de una fuerte tormenta que se venía horrible! Vientos fuertes, rayos, mucha agua. Fuimos los últimos en dejar la playa. Afortunadamente ya habíamos encontrado a Tizi, que había caminado a la deriva casi un kilómetro. Gracias a la comunicación entre los puestos de bomberos y a la contención de una chica argentina que la encontró, la cosa no pasó a mayores. 

Así que, acobachados en la entrada de un edificio hasta que pasara un poco la tormenta, fui a buscar el auto. Pero no termina ahí: cuando Osvaldo va a poner enmarcha su auto, nota que el equipo de GNC perdía muchísimo gas, por lo que - a partir de allí - tuvo que terminar el resto del viaje a nafta... Cerca de las 23 hs volvimos, por fin, a casa.







 
Más relajados al día siguiente, fuimos a pasar la tarde a la playa Tingua. Playa muy tranquila, con poca gente y agua mansa. Ideal para desestresarse. Al volver de la playa hasta el estacionamiento, dejamos los chicos en el auto (de nuevo se venía tormenta) y los grandes fuimos a recorrer un camino que subía una especie de ondonada, que derivaba al otro lado de la península, en la playa de Bananeiras. Allí hay tres hoteles abandonados, en los cuales nos metimos de puros curiosos. Muy, muy interesantes. Una verdadera pena que no estuviesen funcionando. Una vista espectacular se tiene desde allí. Pegada a Bananeiras, más al norte, está Praia Grande, donde habíamos estado anteriormente y a la cual regresaríamos más adelante.
 

El 24, después de terrible almuerzo en un diente libre, hicimos un paseo en barco para ir a ver delfines, de los cuales vimos a montones! Después de semejante espectáculo, una pequeña parada en la isla de Anhatomirim. En esta oportunidad, no visitamos el fuerte, porque de hecho ya lo conocíamos. Así que simplemente esperamos en la entrada a que los demás volvieran de esa visita.









Al regresar, como era temprano y el día estaba bárbaro, fuimos a Praia Grande a terminar la tarde, que fue de pura caminata y fotos. Estaba tan buena esta playa, que al día siguiente volvimos allí a pasar la tarde. 

Esa jornada del día 25, al regresar a casa, decidimos hacerlo por la ruta SC-409, que cruza por el medio de Celso Ramos. Va por arriba de los cerros, y se puede parar en un mirador desde el cual se tiene una hermosa vista. De haberlo sabido antes, habríamos usado esa ruta más de una vez... 

Ese fue nuestro último día en Celso Ramos. A la mañana siguiente debíamos retornar a nuestro país. Con rumbo a São Gabriel, a la casa de nuestros amigos Neuza y Adão, salimos al mediodía. 





 

A las 15:45 hs del día 27 ya estábamos haciendo los trámites migratorios en Uruguaiana, que fue muy rápido. Tan sólo 15 minutos. Gracias a Dios sin novedades de multas... 10 minutos más en la aduana argentina y listo.

Posteriormente, la idea era pernoctar en el camino, para llegar más descansados a nuestra ciudad. No teníamos reserva en ningún lado, así que nos pusimos a averiguar en diferentes lugares. Al final conseguimos un hotel en Concordia: el Federico I. La ciudad de Concordia, completamente desconocida para nosotros, nos dio una gran sorpresa. Primero, por el tamaño, y luego por la belleza. Esa misma noche salimos a comer al centro. Estábamos tan cansados, que casi no sacamos fotos.

Nuestro viaje culminó a las 22:50 hs, cuando por fin llegamos a casa. 5518 km de una nueva aventura. Gracias a Dios, todo salió más que bien. Ahora, a esperar la próxima...


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