VIAJE A CHILE: LA SERENA Y CONCÓN - ENERO DE 2019

Otro enero. Otro viaje. Este año decidimos volver a Chile, país que conocimos en 2017 y del cual quedamos muy sorprendidos. Desde entonces, nuestro país vecino ha quedado en la lista de destinos favoritos (debo decirlo, detrás de Brasil). 

Podemos decir que este fue un viaje con nuevos desafíos y algunas aventuras. Muy relajante, y también muy movido...!

Integrantes del viaje: Lucas, Sofi, Tefi, Martín, Osvaldo, Marisa, Tefo y Tizy.

Vehículos: Renault Scénic - Renault Duster.

El trayecto:


La partida


Este viaje se materializó el día 3 de enero de 2019. Por primera vez desde que comenzamos a compartir los viajes con nuestros amigos "los Basiglios", no nos encontramos en mi casa, pues yo tenía que ir a buscar a mi sobrino, a quien debía dejar en casa de mi hermana Sandra, en Barreal. Así que allí fue el punto de encuentro. A las 8:30 hs partimos entonces hacia Chile.

El viaje de ida se organizó en dos etapas: la primera culminaba en Barreal, donde pasamos la noche y compartimos un breve momento con mi hermana y familia. Luego, derecho hacia La Serena.

El trayecto, como se ve en la imagen, pasó por San Luis, Mendoza, Uspallata y Barreal, para luego seguir hasta el paso de Agua Negra, que desemboca directamente en La Serena. 

Al pasar por "Las Bóvedas", hicimos una breve parada para que nuestros amigos conocieran, ya que nunca habían estado allí. Es un lugar histórico, que sirvió para la gesta Sanmartiniana. Se puede visitar aquí el museo, que contiene numerosos elementos arqueológicos. Vale la pena detenerse un rato.









Un rato más tarde llegamos a Barreal. Pudimos compartir, aunque sea por corto tiempo, con mi hermana y su familia. La noche estaba hermosa, y pudimos descansar. A la mañana siguiente partimos hacia el paso de Agua Negra. Al llegar a Las Flores (último pueblito antes del paso), hicimos un pequeño almuerzo en la plaza, y posteriormente nos dirigimos a la oficina de migraciones, en donde rápidamente hicimos los trámites necesarios para cruzar. Muy poca gente. Todo fue muy ágil, tardamos apenas 20 minutos.














Y aquí, señoras y señores, el cruce por el paso de Agua Negra... Debo confesar un cierto nerviosismo, pues sabía de los tramos un tanto peligrosos por los que iba a pasar. Además, lo cierto era que mi auto no estaba al 100%. Gracias a Dios, todo transcurrió con normalidad, y en los tramos más temidos tuvimos la suerte de que no se nos cruzara otro vehículo de frente... Había una parte en donde pasaba un sólo auto, con una pared de hielo a mi izquierda y un lindo precipicio a mi derecha...





 


















Entre el hielo y el precipicio


4700 msnm










Nacimiento del río Elqui


La Laguna
A las 17:50 hs llegamos a la aduana chilena (Juntas del Toro). Entre trámite y revisión de equipaje, nos tomó casi una hora. De toda la mercadería que llevábamos en caja, nos secuestraron sólo un paquete de lentejas... nos quedamos sin el guiso. Pero todo salió bien. Ahí descubrí que me entraba tierra al auto por un faro trasero que estaba roto. TODO estaba lleno de tierra...!

20:30 hs y ya estábamos en La Serena. Nos costó un poco encontrar la casa, pues las "parcelas" en Chile tienen un orden muy raro. Así que después de más o menos media hora dando vueltas, llamé al dueño del complejo (Alejandro) y éste nos fue a buscar. Resulta que estábamos re cerca del sitio.

Paso a describir la casa que alquilamos: Se trata de un departamento de dos pisos. Tiene 3 dormitorios, dos baños y cocina-comedor. Forma parte de un block de 4 departamentos, en medio de un gran espacio verde, con pileta, asadores individuales y una gran mesa techada frente a la pileta. La casa, súper bien equipada. Con microondas, varios televisores, internet, cocina completa... La verdad, bastante cómoda.





En línea recta, la casa se encuentra a 300 m del mar. Aún así, sólo fuimos una vez caminando, porque teníamos que hacer un rodeo todo por calle de tierra. Como llegamos cerca de las 10 de la noche, sólo nos dedicamos a organizarnos.

Reencuentro con el Pacífico

El día 5 de enero, salimos todos caminando hacia el mar. Debo decir que la temperatura del agua estaba mucho más baja de lo que pensaba, y yo fui el único que se metió al agua todas veces que hicimos playa. 


A la noche salimos a probar suerte en los cajeros automáticos y a cargar nafta. Por suerte, en Chile abundan las estaciones de servicio con cajero incluído.  Estuvimos en la estación cerca de 40 minutos, porque no sabíamos que el expendio de combustible era del tipo "auto-service". Y nosotros, esperando como pavos que nos vinieran a atender... 
Cada extracción de cajero tenía una comisión promedio de 5400$C. Debo aclarar que la conversión era, en ese momento, de 1$A a 18$C.

Parque Japonés

Al día siguiente fuimos a conocer el Parque Japonés. Un lugar realmente muy bonito, pero todos coincidimos en que el de Buenos Aires es lejos más grande y atractivo. Aún así, es un lugar que no puede faltar en la lista de quien pasea por La Serena. No se van a arrepentir. La entrada para adulto salió algo de 1500$C, si no me falla la memoria.














A la noche cenamos en un lugar muy chiquito pero copado, cerca de casa. Cena completa para 4, a 27000$C (algo de 1500$ nuestros). 

Playa de Totoralillos

El día 7 fuimos a la playa de Totoralillos, que se encuentra más al sur de La Serena. Aproximadamente 24 km. Esta playa se encuentra en una península, que vista desde arriba tiene forma de hongo. El agua, friísima. Aún según mis parámetros. Sin embargo, hice coraje y me metí. Pero sí, entendí a quienes no quisieron hacerlo. 

Hacia un lado...

... y hacia el otro.


Y bueno... pedía la foto a gritos...!

La caminata obligada


De regreso a la casa, logré capturar la puesta de sol en el océano.





Al día siguiente decidimos recorrer un poco de negocios, y fuimos al Falabella. Allí, entre otras cosas, me compré un microondas (aprovechando que el nuestro ya estaba kaputt) muy, muy lindo, y bastante en precio. Además, luego de algunas discusiones (no diré con quién) me terminé comprando una cafetera expresso re linda y re barata. Estaba barata porque era la última y estaba en exposición. Así que me hicieron varios descuentos.

A la noche cenamos en un restaurante muy piola, cerquita de la casa. Cena súper completa para 8: 2500$.






El día 9 nos quedamos en casa, disfrutando la pileta y el jermoso día. A la tarde salimos a caminar por zona de la costanera. 









10 de enero: cumple de Tefo y observatorio astronómico

Ya es costumbre que, para el cumple del Tefo, yo hago el asado. Y ese día no fue la excepción. Al mediodía arrancamos con los preparativos, mientras proclamaba en silencio insultos por no haber traído mi juego de asador... 





Embalse Puclaro y observatorio astronómico Mamalluca

Por la ruta 41, a 40 km de La Serena, se encuentra el embalse Puclaro. Se trata de una reserva de agua potable y fuente de riego de campos, y es alimentado por el río Elqui. En un día bastante ventoso pero soleado fuimos a recorrer este lugar, aprovechando que teníamos que hacer un poco de tiempo para ir al observatorio, ya que la visita guiada -obviamente- se hace de noche (si es que se quiere observar un poco el cielo).

El camino que bordea el embalse presenta murallas de piedra, como se ve en la foto que sigue. Arriba de esas paredes, se ven muchísimos cactus, la fruta de los cuales es vendida en los puestos que se encuentran en el lugar. Es algo parecido al kiwi pero más ácido, aunque si se le pone un poco de azúcar, queda bárbaro! Esta fruta se llama "copao". La recomiendo.









Después de haber caminado un buen rato, nos dirijimos al observatorio. El camino hacia este lugar se encuentra a la altura de Vicuña, un pueblito chiquito y antiguo pero muy bonito. Nos hizo acordar a Tilcara, Humahuaca... En Vicuña debíamos comprar las entradas al observatorio (1236$ para nosotros 4). Hasta el momento en que abrieran la boletería, aprovechamos para recorrer un par de negocios de artesanías y tomar unos mates en la plaza. 

Muchísima gente de diferentes lugares contrataron la visita guiada. Aproveché, como siempre que puedo, para cruzar palabras con algunos alemanes. Se puede ir en las traffics de la empresa, o bien en auto. Nosotros preferimos ir en nuestros vehículos.


Plaza de Vicuña

Obvervatorio Mamalluca



Por suerte, la noche no estaba fría y el cielo completamente despejado. De hecho, en esa zona es raro que haya nubes, lo cual es muy bueno para la ocasión. 

El observatorio Mamalluca ("Madre que cobija") tiene un telescopio de 12 pulgadas. En comparación con otros de Chile, éste es más bien de mediano a chico. Primeramente, fuimos separados en 3 grupos, cada uno con su guía. Asistimos a una charla multimedia de una hora, para luego ver la Luna y un par de estrellas y constelaciones por el telescopio.

En total, estuvimos casi 3 horas en el observatorio. A las 23:30 hs emprendimos el regreso a casa. 

El 11 de enero visitamos la playa La Herradura, que se encuentra en la región de Coquimbo. Si uno la ve desde arriba, el nombre resulta más que comprensible. Esta playa es bastante grande y da para caminarla de punta a punta. 

Hacia el norte puede verse la Cruz del Tercer Milenio, una hermosa obra arquitectónica a la cual no pudimos ir. Se trata de una cruz compuesta por tres cuerpos, entre los cuales se encuentra una capilla, lugares de oración y miradores. Será agendada su visita para la próxima vez, sin lugar a dudas.





 Al día siguiente fuimos a pasear por la Plaza de Armas, en el centro de La Serena.









14 de enero: Tongoy.

Tongoy es un pueblito que se encuentra a 40 km al sur de La Serena. El pueblo ocupa una pequeña península rocosa, en donde pueden visitarse básicamente dos playas muy diferentes: Playa Grande y Playa Socos. 

Este día fuimos a conocer la Playa Grande, en donde almorzamos espectacularmente en un restorante frente al mar. Probamos pescados que no conocíamos, y pulpo. Todos los platos exquisitos!













Entre varios días en los que uno recorre lugares, a veces está bueno relajarse en casa. Y eso hicimos la jornada siguiente. Disfrutar de la pileta y el sol. A la noche, caminata por la costa y luego a cenar.









Este restaurante es muy copado. Una hermosa decoración, muy buena comida y cerveza artesanal de primera. No recuerdo bien ahora el nombre, pero está en 29° 55.680' S / 71° 16.408' O.

El día 16 hicimos un pequeño paseo en barco pirata. Estuvo muy bueno, salvo por un par de detalles técnicos, que impidieron que el animador pudiera expresarse al público. El micrófono no le andaba, y se perdió gran parte del show. En la etapa de regreso del barco, un compañero le acercó otro micrófono, y por lo menos algo se pudo hacer. Pero en fin, son cosas que pasan. Igual fue entretenido. 

Nos llamó la atención la cantidad de lobos marinos que se encontraban en el puerto. Se ponían a tomar sol los desgraciados!

Los barcos piratas salen del puerto de Coquimbo, que se encuentra del otro lado de la playa La Herradura. En este caso, la Cruz del Tercer Milenio puede verse hacia el sur.

Luego, a la tardecita, fuimos a tomar mates junto al famoso faro de La Serena.











Naufragio













Tongoy: Playa Soco

Después de haber conocido Playa Grande, en Tongoy, no podíamos dejar de ir a Soco. Esta playa es mucho más poblada que la anterior. Ese día hizo mucho calor, más que los anteriores. Hermosa jornada hemos pasado, disfrutando el mar (por lo menos yo... todos los demás estaban re cag... de frío), jugando a la paleta, charlando... La verdad es que ese lugar está re lindo. Al lado de la playa hay muchísimos puestos de artesanías, que inevitablemente hemos visitado.

La idea original para este día, era ir a la playa de Guanaqueros. Pero esta idea fue desestimada a último momento.




Atrás mío, los viejitos friolentos.



19 de enero: El día más movido de las vacaciones!!!


Este día será, sin dudas, inolvidable! Ya verán por qué...

Pasado el medio día, fuimos a conocer el Regimiento 21 de Coquimbo. Pertenece a la II División del Ejército de Chile. Puede ser visitado en determinados horarios, y la entrada es gratuita.  El predio es bastante extenso que se puede recorrer en gran parte. Allí me crucé con una chica alemana, con la cual aproveché para charlar un rato. No podía faltar...














Luego de esta visita, fuimos a recorrer La Recova. Un lugar inmenso lleno de negocios, artesanos, restaurantes y demás. Tipo 16 hs, los chicos ya acusaban hambre, y buscamos un lugar para comer. Era ya un poco tarde para eso, pero son vacaciones y todo vale. Salimos del restaurante a las 19 hs. 

A la noche debíamos preparar todo, pues al día siguiente había que dejar la casa y viajar hasta Concón. Así pues, ya de noche, comenzamos a cargar los autos. La cosa venía bien, hasta que de repente todo se movió. Yo veía cómo mi auto parecía de gelatina. Se movía hacia los costados y de arriba a abajo, como si en su interior se estuviera desarrollando terrible orgía. Las paredes del departamento también se movían, y los gritos desesperados comenzaron.  Los chicos, todos, lloraban. La luz se cortó. Estefanía era la única que había quedado adentro, para colmo en el piso de arriba. Abrazada a una pared y orando. Cuando entré y subí la escalera, ya estaba queriendo bajar, y la ayudé. Ya afuera, fue el ataque de nervios. No sabíamos qué hacer. De repente, la desesperación creció exponencialmente cuando a todos los celulares nos llegaba este mensaje:




Se había producido, cerca de las 21 hs,  un terremoto de magnitud 6,7 en escala de Richter, cuyo epicentro fue cerquita de Tongoy, en donde habíamos estado hacía poquito. Y nosotros que estábamos a 300 metros del mar...! La desesperación y la ignorancia nos hicieron salir disparando en los dos autos, a los cuales debimos abandonar en la avenida, pues era tal la marea de gente (qué buen término elegí...) que era imposible continuar. Mi hijo estaba sacado, literalmente sacado. Se me quería bajar del auto y perderse en la multitud, lo que me ponía más nervioso a mí. Como si fuera poco, pasó un tarado gritando "ahí viene la ola!!!!". Para qué... el corazón se nos salía. Gracias a Dios pudimos ubicar ambos autos en el carril opuesto sobre la avenida, y seguimos caminando hacia arriba, junto a toda la multitud. Los chicos no paraban de llorar.

Al rato de estar caminando, se empezaban a escuchar rumores de un cese de alerta, cosa que nos confirmó la misma policía. A los celulares comenzaron, por su parte, a llegar tales notificaciones.



Nos quedamos un rato sentados en la vereda, y cuando vimos que todos comenzaban a retornar, nosotros los seguimos. Gracias a Dios, los autos estaban intactos. Al extremo sensibles, volvimos a la casa. Ya había luz e internet. Terminamos de arreglar el resto de las cosas, y dormimos bastante intranquilos. Todos durmieron abajo, salvo Lucas y yo. Tipo 4 de la mañana, nos despertó una réplica bastante grande, y a Lucas se le cortó la respiración. Traté de calmarlo de la mejor forma.

Al día siguiente, temprano, ya dejamos todo listo. Vino Alejandro, el dueño del complejo, y revisó cada una de las instalaciones. Estaba todo intacto! Él mismo se sorprendió, pues fue él quien hizo los departamentos. Cuando me explicó cómo habían sido hecho los simientos, ahí me quedó más claro...

En fin, llegó el momento de la despedida. Junto con los demás huéspedes nos tomamos una foto, y emprendimos el viaje a Concón.


Concón se encuentra pegado a Valparaíso, a 400 km al sur de La Serena. Eran las 13 hs cuando partimos. Seis horas más tarde, ya estábamos en el departamento. Se trata de un complejo cerrado grande, con dos inmensas torres. Estábamos en el último piso de una de ellas, con una espectacular vista. El departamento, moooooooy bueno!!! Re cómodo y equipado. Teníamos pileta y gimnasio a disposición. Áltamente recomendable!

A la noche de esa jornada, pudimos presenciar un eclipse total de luna, como para coronar la llegada.

Algunas fotos desde el balcón:










Y una de adentro:






El día 21 lo dedicamos a caminar por la zona costera. 500 metros hay desde el complejo hasta la bajada al mar. En ese sector no hay playa, pues es muy rocoso.



















El 22 de enero hicimos pileta, y a la tarde fuimos a pasear a Viña del Mar. Este no fue un paseo muy placentero, ya que se armó una discusión bastante fea entre familias. Pero bueno, son cosas que pasan, y si bien nunca nos había tocado así, esta vez sucedió. Es por ello que al otro día, cada familia fue a visitar lugares diferentes. No es algo muy divertido para escribir en un blog, pero creo que vale la pena ver que no todo sale como uno quiere. Esto también es parte del viaje.









Terminamos la noche comiendo en un restaurante, que resultó ser bastante flojo... Es que no encontrábamos otra cosa. Muchos ya habían cerrado. Lo único interesante fue un cartel con un plato vegetariano que contenía jamón...



El 23, nuestros amigos se fueron a pasear a las dunas que estaban cerca del departamento. Mientras tanto, nosotros hicimos algo de gimnasio, y posteriormente nos fuimos a pasear. Partimos a las 15:45 hs hacia Viña del Mar. Más precisamente, al Museo de Arqueología e Historia "Francisco Fonck". Un lugar imperdible y súper interesante! La entrada nos costó 550 $A para los cuatro. Se pueden encontrar allí, restos arqueológicos, colecciones de insectos, animales embalsamados, momias, objetos de la cultura rapanui, todo excelentemente explicado en la cartelería existente. El que va a Viña del Mar no debe dejar de visitar este lugar.










Escritura Rongo Rongo





Posteriormente nos fuimos a pasear por la costanera...















... finalizando la noche con unas empanadas de camarones espectaculares!


24 de enero: Quinta Vergara

De nuevo todos juntos, volvimos a Viña para conocer la Quinta Vergara. En esta oportunidad no pudimos entrar en el Palacio Vergara, que fuera la casa del fundador de la ciudad, José Francisco Vergara. Ello porque todavía estaba en reparación luego del terremoto de 2010, cuyas obras se iniciaron recién en 2015.











En este gran predio, además del palacio y el escenario clásico, hay restaurantes y un sector muy grande lleno de puestos de artesanías y regionales de todo tipo. Y por supuesto, muchos espacios verdes en los cuales distenderse un poco. Se puede pasar toda la tarde. Nosotros, en particular (y por no estar disponible el Palacio Vergara), estuvimos casi 7 horas.


Al día siguiente, 25 de enero, Estefanía, Lucas, Sofi y yo, fuimos a las dunas, a las cuales anteriormente ya habían ido nuestros amigos por su cuenta. Ellos, por su parte, se quedaron haciendo pileta en el complejo.

Trepar las dunas fue una tarea muy complicada. La arena estaba demasiado blanda y súmamente caliente. Para colmo, una de las ojotas se me rompió y tuve que bajar a comprar algunas. Por suerte, había un negocio cruzando la calle donde pude conseguir un par...

Terminamos, como no podía ser de otra manera, con arena hasta por debajo de los párpados. Al llegar al departamento, obviamente, nos unimos a la "pileteada" con nuestros amigos.











El día siguiente, último día para aprovechar, fuimos hasta la playa La Boca, donde alquilamos unos caballos para realizar una cabalgata. De la familia de Osvaldo, sólo lo hizo Stéfano. Fue cortito pero interesante. Ninguno había cabalgado jamás a orillas del mar. No me quejo por los 20.000 $C que nos costó...










Al dejar los caballos, continuamos paseando por la playa. En un momento, cuando volvíamos, empezamos a escuchar policías y ambulancias muy cerca. Pasamos nuevamente por el puesto de los caballos, y vimos allí mismo dos colectivos de viaje parados, con gente que volvía de ver un partido de fútbol. Creo que se habían enfrentado la U de Chile y la Católica. La cuestión es que unos tarados de otro bando los estaban esperando, y se armó terrible despelote. Hubo heridos de arma blanca, uno de ellos estaba más chau que hola... Todo mal! Y había sido un ratito después de que nosotros estuviéramos allí, por suerte...


Regreso



Al volver al departamento, había que dejar todo ordenado para luego cargar los autos. A las 11:45 hs del día 27, emprendimos el viaje de regreso.

Llegamos a un pueblito llamado Curimón, en cuya plaza nos detuvimos a almorzar. Allí nos encontramos con unos mendocinos que, según nos contaron, siempre usan ese lugar como punto de escala. La plaza es muy pintorezca, con mucha sombra, juegos, todo muy bien cuidado. Es un lugar histórico, ya que allí se concentró el Ejército de los Andes en 1817, luego del cruce de la cordillera.







El cruce fue bastante tranquilo y rápido, a comparación de las 11 horas de espera que tuvimos en el viaje anterior. En la aduana argentina tuvimos un problemita, que gracias a Dios fue salvado por la buena voluntad de los gendarmes. Resulta que, cuando compramos el microondas, no sabíamos que esas cosas no se pueden pasar. Pero dada la cara de desesperación que la gendarme seguramente percibió en mí, me perdonó...

En fin, ya en Mendoza (Luján de Cuyo) todo marchaba bien, hasta que me dispuse a ir a una estación de GNC. El auto empezó a hacer ruidos feos. Era casi de noche, y no sabía qué hacer. Al no poder solucionar el problema, rápidamente buscamos un alojamiento para esa noche. Al día siguiente fue la maratón para conseguir un mecánico que me atendiera, y fui haciendo ping pong por 4 o 5 talleres. Al final llegué a uno que me hizo el gigantesco favor de recibirlo. Me permito publicar su nombre, porque el loco se re portó. Se llama Rodrigo Luengo y tiene el taller en Richieri y Monte Agudo. Por supuesto, tuve que dejar el auto en Mendoza por algo de una semana. Se había soplado la junta.

A todo esto, había que ver cómo nos volvíamos a Río Cuarto. El auto estaba re cargado de cosas. Gracias a Dios, el hermano de Marisa nos hizo otro gran favor al ir a buscarnos en la Amarok. Allí pudimos meter todo el equipaje, y nos volvimos. Pero, mientras esperábamos a que llegara, aprovechamos la tarde y fuimos a seguir paseando, ya que el día estaba re lindo. Todos en la Duster (sí, bueno, qué...) fuimos, por recomendación, a la Playa Luján. 







Playa Luján es un complejo muy bien adaptado, justamente para simular una playa, mediante la creación de un espejo de agua alimentado por el río Mendoza. El balneario cuenta con una enorme playa de estacionamiento, juegos, canchas y muchísimas sombrillas a disposición. Para matar el calor y disfrutar del agua, esta es una muy buena opción. En enero de 2019, el estacionamiento costaba 200$.

A la tardecita-noche, ya había llegado Fabri a buscarnos. Subimos todos los bártulos (que bajamos de la Scénic antes de llevarla al taller y que habían quedado desparramados en la habitación) y emprendimos el regreso.

A la semana, cuando Rodrigo me dijo que mi autito ya estaba listo, me tomé el colectivo y juntos, la Aceituna y yo, completamos - por fin - el viaje.

Y de esta manera finalizó todo. 3267 km recorridos, y otro proyecto cumplido. A Dios gracias!!


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